Entre toda la marabunta informativa que se vive a diario con casos de corrupción política, social, cultural, económica y etc… aparece de vez en cuando algo que ya de por sí es bastante loco y que requiere de nuestra atención de una forma muy especial.
Que no te puedas manifestar es algo muy grave porque se suponía que no estábamos en una dictadura, que eso era cosa del pasado.
Que no te puedas organizar, sindicar, movilizar y toda actividad que conlleva el hecho de hacer valer la voz de el trabajador es ya lo último que quedaba por ver en un espacio que se suponía que era democrático o por lo menos lo era sobre el papel.
Se dan casos, y este es uno de ellos, en el mundo, de sentencias desproporcionadas, como el ejemplo que abrimos hoy, que es el de las 6 de la Suiza.
Tres años de cárcel e indemnización al empresario, esto es algo anacrónico o bien es que estábamos dormidos y en un momento dado sonó el despertador y nos levantamos de la cama con un susto.
Se están dando «muchas cosas raras» por todos lares, no se trata del único caso en el planeta, hay temas y sentencias extrañas, como si llegaran de otro tiempo al momento actual y se impusieran sin ton ni son. Sin posibilidad de debate ni nada, ahí la tienes, ¡cometela!
Se ha visto muchas veces la película del justiciero, pero en este caso es el justiciero del día.
Contemplando el mundo desde la atalaya está muy claro que en este penoso mundo de hoy no hay justicia, no hay amigos, no hay familia y que todo se ha roto.
Por supuesto que hablamos en términos genéricos.
Si continuamos así, ¿qué diferencia van a poder esgrimir entre dictadura y democracia?
Tanto que han criticado a regímenes como el de Venezuela por sus prácticas antidemocráticas y nosotros venimos a hacer lo mismo.
Sin embargo, no se habla de China abiertamente como dictadura ya que se trata de una gran potencia económica en este momento.
Se acusa a los pobres de ser dictadores pero no a los ricos de ser lo mismo.
Todo lo que se consigue en un momento dado, debido al esfuerzo, a la lucha, a la permanencia de estar ahí, de lo que uno se faculta en años, se puede perder en un tiempo dado si no se continúa.
Puedes acabar tu carrera universitaria y graduarte, pero si no sigues investigando, actualizándote, aportando, puedes acabar como un troglodita.
Hoy los derechos de los trabajadores están más débiles que nunca y se tiende a creer más al empresario que a dar auxilio a un trabajador.
Soterradamente hay una intención maliciosa de acabar con el derecho de reunión, asociación, unión, organización, cooperación y demás.
Los que mueven esos hilos no suelen dar mucho la cara, sino que actúan a través de otros, ellos están muy por detrás del escenario.
Alerta amigos, porque estamos hoy en un sistema muy peligroso en su avance, así que estas conductas del «mirar para otro lado» van a tener que pensarse, porque algún día te va a tocar a ti.