Hemos vuelto a denunciar ante la Fiscalía un delito contra una especie protegida tras el hallazgo de dos lobos muertos colgados al inicio de la Senda del Arcediano, en el concejo de Ponga. Exigimos que se investigue este acto y se identifique a los responsables para acabar con la impunidad que rodea estos crímenes.
Este no es un caso aislado. Hemos sido testigos de otras acciones violentas contra el lobo y quienes lo defienden: colocación de cabezas de lobos en lugares públicos, caza furtiva, envenenamientos, incendios de vehículos de la guardería ambiental e incluso ataques a propiedades y amenazas directas a personas. Estas acciones se mantienen impunes, e incluso, en ocasiones, son minimizadas o justificadas por quienes deberían garantizar la legalidad y proteger el interés general.
El lobo es una especie que aún necesita protección, ya que estuvo al borde de la extinción. Aunque su situación ha mejorado, sigue siendo vulnerable. Las investigaciones científicas concluyen que matar lobos no reduce los daños al ganado, sino que puede incrementarlos, salvo en situaciones extremas que comprometen la viabilidad de la especie. Las medidas preventivas son la única forma eficaz de minimizar los daños y fomentar la coexistencia.
Lamentablemente, el gobierno asturiano insiste en priorizar una estrategia basada en la eliminación de lobos, desatendiendo las medidas preventivas. Esta postura no solo agrava los daños, sino que fomenta el conflicto social y perjudica la posibilidad de una convivencia armoniosa con la fauna silvestre.
Exigimos al gobierno asturiano:
- Priorizar medidas preventivas. Estas deben ser el eje central de la gestión del lobo. Es fundamental promover campañas informativas, asesoramiento técnico y ayudas económicas para facilitar su aplicación, involucrando a todos los actores implicados.
- Garantizar pagos justos por daños. Los pagos deben ser rápidos, basados en precios reales y condicionados a la adopción de medidas preventivas, tras comprobar la autoría mediante análisis genéticos.
- Evaluar la eficacia de las medidas. En los casos donde las medidas preventivas no resulten efectivas, deben estudiarse con rigor para mejorarlas. Solo en situaciones excepcionales, y de forma justificada, podría considerarse la extracción de individuos concretos.
- Promover la coexistencia. La creación de sellos de «eco-coexistencia» reconocería a las actividades que fomenten la convivencia responsable con el lobo.
- Abandonar discursos de confrontación. Los responsables públicos deben cesar cualquier justificación de la violencia contra el lobo y trabajar en la promoción de una visión conciliadora que valore la biodiversidad como un bien común.
El lobo no solo es un símbolo de nuestra riqueza natural, sino también una pieza clave en el equilibrio de los ecosistemas. Es hora de gestionar esta coexistencia desde la responsabilidad, el respeto y el conocimiento científico.