«Asturias entera es una tierra fértil para el compromiso y el apoyo mutuo», destaca Barbón en la clausura del Congreso Estatal del Voluntariado

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El presidente del Principado ha destacado hoy que el voluntariado es una expresión consciente de humanismo. Durante la clausura del Congreso Estatal del Voluntariado en Avilés, Adrián Barbón ha asegurado que “Asturias entera es una tierra fértil para el compromiso y el apoyo mutuo”. En el evento participan más de 400 personas y su objetivo es analizar el papel del voluntariado en la construcción de una sociedad más justa, inclusiva y resiliente.

«El voluntariado enraíza, crece y se expande en las comunidades más dinámicas y cohesionadas”, ha precisado el jefe del Ejecutivo, que también ha trasladado un mensaje directo de reconocimiento a voluntarios y voluntarias: “Aunque desempeñáis tareas muy importantes, a menudo trabajáis con discreción. Nadie repara en vuestra labor hasta que descubrimos que sois insustituibles”.

El voluntariado es un indicador de calidad social, ha indicado Barbón, quien ha animado a trabajar de forma conjunta entre los poderes públicos y la iniciativa ciudadana para construir la mejor sociedad posible. Además, ha defendido el estado de bienestar: “Imaginemos por un momento lo que supondría que la educación, la salud o la asistencia sociosanitaria fueran bienes privados y sometidos a la ley del mercado”. “Cuesta pensarlo, pero no es una hipótesis descabellada. De hecho, es una realidad en otras partes del mundo, donde solo el nivel de renta garantiza la calidad educativa», ha reflexionado.

 

INTERVENCIÓN del PRESIDENTE DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS, ADRIÁN BARBÓN

Clausura del XXIII Congreso Estatal del Voluntariado

Gracias por haber elegido Avilés para el desarrollo de este XXIII congreso nacional. Como presidente del Principado, celebro que hayáis decidido convertir Asturias en la capital estatal del voluntariado por unas jornadas.

Os lo agradezco porque también me da la oportunidad de compartir con vosotros y vosotras algunas reflexiones.

Empiezo con algo que puede parecer un poco lejano. A estas alturas del año, estamos en pleno debate presupuestario. Sabéis que presido un gobierno de orientación progresista y reformista que concede especial relevancia al Estado de bienestar. Me refiero básicamente a la sanidad, la educación y los derechos sociales. Para que nos hagamos una idea, siete de cada diez euros se dedican a los servicios públicos.

La razón es obvia. O, al menos, a mí me lo parece, porque sólo alguien con los sentidos embotados puede menospreciar el Estado de bienestar. Imaginemos por un momento lo que supondría que la escuela, la salud o la asistencia sociosanitaria fueran bienes privados y sometidos a la ley del mercado.

Cuesta pensarlo, pero no es una hipótesis descabellada. De hecho, es una realidad en otras partes del mundo, donde sólo el nivel de renta garantiza la calidad educativa, por ejemplo. La consecuencia inmediata es la exclusión.

Como ni yo ni mi gobierno estamos dispuestos a tolerar ese modelo, nos esforzamos en lo contrario, en fortalecer ese Estado de bienestar que, como me gusta subrayar, es el único patrimonio de quienes no tienen patrimonio.

Es un planteamiento solidario. Podemos calificarlo con más adjetivos, pero tal vez ese sea el más definitorio. No queremos una sociedad del sálvese quien pueda, dominada por el egoísmo individualista.

Vosotras y vosotros, tampoco. Vuestra razón de ser es esa misma dimensión solidaria de la existencia humana, el principio que hace posible la vida en comunidad. Una filósofa, Hanna Arendt, escribió una frase que resume muy bien este planteamiento: donde quiera que vayas, habrá una polis.

El voluntariado es una expresión consciente de humanismo. A estos efectos, es indiferente que vuestra implicación se centre en la protección civil, el deporte, la cultura o el medio ambiente. El voluntariado enraíza, crece y se expande en las comunidades más dinámicas y trabadas entre sí. Por eso, si me permitís barrer para casa, os puedo asegurar que habéis escogido con acierto dónde celebrar vuestro congreso: Avilés, y Asturias entera, es tierra fértil para el compromiso y el apoyo mutuo.

Aunque desempeñáis tareas muy importantes, a menudo trabajáis con discreción. Nadie repara en vuestra labor hasta que descubrimos que sois insustituibles. Tristemente, suele ocurrir con las tragedias, como la dana devastadora que sufrió el Levante. Entonces todos los ojos se ponen en los miles de personas que se vuelcan por completo para ayudar del mejor modo que puedan. Ellas se convierten en un reflejo de esperanza, en la prueba de una sociedad viva que nunca se consiente la indiferencia ante el dolor ajeno.

Hoy es una buena ocasión para agradecer públicamente esa impresionante respuesta, que con tanta fuerza prendió en el Principado. En el nombre del gobierno, gracias a todas las organizaciones y personas que habéis demostrado que Asturias puede seguir estando orgullosa de su identidad solidaria.

No obstante, dejadme añadir una precisión. Ha habido quienes han confrontado al voluntariado con el Estado, como si fueran realidades que contrapuestas. Es una interpretación falsa y peligrosa. Cuanto más potente es el Estado –y, en concreto, su Estado de bienestar, su corazón social-, más y mejor será la contribución del voluntariado. Ni el Estado sustituye al voluntariado ni el voluntariado sustituye a los servicios públicos. La dicotomía no existe.

Las personas y entidades que os dedicáis al voluntariado sabéis de qué hablo. Sois muy conscientes de la importancia de la colaboración público privada. En el campo de los servicios sociales, como sabe bien la consejera Marta del Arco, hay múltiples ejemplos. De hecho, Asturias siempre ha estado a la vanguardia, ya desde la aprobación de la Ley del Voluntariado, en 2001, para favorecer esa esa cooperación, otra seña de las sociedades más desarrolladas.

Tenemos que seguir ensanchando ese camino. Pienso, por ejemplo, en el enorme reto de combatir la soledad no deseada. Es una prioridad de mi gobierno. Destinamos cada año una partida específica de cuatro millones a este objetivo y en 2025 elaboraremos una estrategia con este fin.

Pues bien, pese al respaldo presupuestario, por mucha que sea la voluntad política del Ejecutivo, esa estrategia no dará buen resultado sin vuestra participación. Sois, y quiero dejar constancia de ello, una pieza básica.

Básica y llamada a ser cada vez más relevante. En la medida en la que el voluntariado es un indicador de calidad social, el Gobierno de Asturias siempre será vuestro aliado. Trabajemos juntos, poderes públicos e iniciativa ciudadana, para construir la mejor sociedad posible. Ese Estado de bienestar del que hablaba al principio siempre será más robusto con vuestra participación.

Con la aportación de entidades, proyectos y personas a las que hoy, Día Internacional del Voluntariado, habéis reconocido con vuestros galardones:

-Al programa de la Red de Atención a las Adicciones pensado para mujeres en riesgo de exclusión que han sido víctimas de violencia de género;

-a la a ONG Integración para la Vida

-y la investigadora Ana Lor Serrano

En el nombre del Gobierno de Asturias, gracias y enhorabuena por vuestro trabajo y vuestras distinciones.

No os distraigo más tiempo. Permitid, no obstante, que concluya con un breve apunte personal. Nací, me crie y vivo en plena cuenca minera. Allí, la solidaridad se tiene a gala como un distintivo propio. Tal vez por eso, me resulta inconcebible pensar en un mundo donde cada cual dé la espalda a su semejante. Siempre me gusta pensar que una sociedad así, tan cruel, jamás se hará realidad. Hoy estoy plenamente seguro: al veros a vosotros y vosotras, al conocer vuestra labor, sé que siempre será un imposible.

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